Donde decía, debió decir
Nota publicada el 25 de mayo de 2008 en el diario La Gaceta, de Tucumán
Reeditan el manual de estilo y de valores que, hace nueve años, precedía el lanzamiento de la publicación, que entonces salía diariamente. “DONDE DECIA, DEBIO DECIR”. El director de Perfil, Jorge Fontevecchia, propone como principio rector la publicación de la verdad, “sin analizar ventajas o desventajas, públicas o privadas.
Todavía es recordada la campaña publicitaria de la primera etapa de “Perfil”, aquella en la que debajo de una foto de Diego Armando Maradona, por ejemplo, se podía leer: “Donde decía La Mano de Dios, debió decir tiro libre para Inglaterra”. Todavía se recuerda el “Hasta pronto” con que su director, Jorge Fontevecchia, tituló la editorial de despedida de esa etapa.
Sin embargo, salvo algunos de los 200 periodistas que durante 1998 trabajaron cuando ese medio salía a la calle todos los días, pocos recuerdan “Cómo leer el diario”, el manual de estilo, pero, sobre todo, de ética, de “Perfil”, que en diciembre pasado fue editado por segunda vez. “Pasaron casi nueve años entre aquella y esta edición -escribe Fontevecchia en el prólogo a la segunda edición- tiempo más que suficiente en un lugar como la Argentina para que lo dicho sea indecible”. “Sin embargo, aquellas reflexiones siguen teniendo no sólo la misma utilidad sino incluso la misma oportunidad”, agrega. Como botón de muestra, hoy nadie duda de la existencia de la presión gubernamental, que el autor denuncia, contra los medios de comunicación que son críticos.
Moralia periodística
En el siglo XIII, bajo el título de “Moralia”, el monje bizantino Máximo Planudes recopiló y agrupó por temas diversos trabajos de Plutarco, filósofo, historiador y moralista helénico. Con el mismo nombre tituló Fontevecchia el primer capítulo de su obra y allí reunió innumerables “frases clásicas y reflexiones enriquecedoras para todos aquellos que deseen hacer del periodismo y de otras ‘ciencias del espíritu’ su pasión”. Lástima que no las indexó por temas.
El segundo capítulo de la obra, “Código de ética”, es, como se diría en la jerga periodística inglesa, el “nut graph” de la obra, lo que expresa la idea principal y la esencia del texto. Allí se afirma, entre otros compromisos, que tanto la empresa como el periodista coinciden en que la mejor forma de cumplir con su responsabilidad social será aferrarse a un único principio: “publicar la verdad sin analizar ventajas o desventajas, públicas o privadas”.
Para velar por los intereses del lector, en el capítulo cinco, “Perfil” afirma que cuenta también con una suerte de “ombudsman”: un periodista de probadas trayectoria y ética, cuya responsabilidad es criticar pública y regularmente el diario y responder los reclamos que le sean acercados, tanto por los lectores como por las fuentes periodísticas o los protagonistas de la información.
El resto del libro abunda sobre reglas gramaticales, de normativa y de redacción; pautas de diseño propias del medio e información enciclopédica, que aunque pudo ser útil hace nueve años, hoy, con la tecnología de la información, que permite una actualización permanente, es redundante.
Florencio Escardó, más conocido por su seudónimo Piolín de Macramé, escribió una vez que para hacer una crítica constructiva se debía reprochar al autor todo lo que no puso (y que el crítico cree que debió poner), de modo que se lo critica por un libro que no escribió.
En la puesta al día del manual faltó un capítulo que hoy buscan periodistas de todo el mundo, así como lectores y no lectores de Perfil: un manual de ética y estilo para el periodismo digital. Fontevecchia tiene una excusa perfecta: para hacer buen periodismo en internet sólo hace falta hacer buen periodismo. Desde su manual, se compromete a facilitar los medios para que sus empleados lo logren. © LA GACETA
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